viernes, 8 de abril de 2016
El general Lozano
Cuando la miseria les entró a fondo y a la Contrahecha se le asomaban los huesos, Jacinto se acostumbró a llevarles una de las cabezas de los marranos sacrificados, al menos siempre que podía burlar al capataz y distraerla. Ya iba pelada,sin papadas con la lengua y los sesos arrancados, pero aún cobijaba restos de carnes
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