Este blog nació en su momento con intención de conformar un cúmulo de ideas, quizás un desahogo, quizás una arquitectura.

Dado su condición no se contestan los comentarios aunque si se agradecen, del mismo modo que se agradece a todos aquellos que siguen de una manera u otra las entradas. Si alguien está interesado en pornerse en contacto conmigo más allá de un comentario puede hacerlo a través de la siguiente direccion de correo electrónico: durangarciapedro@gmail.com



lunes, 23 de mayo de 2016

No recuerdo un día sin mi.

sábado, 21 de mayo de 2016

A Pedrarias siempre le gustó andar revolviendo muertos, lo hizo con los niños de la tia Luciana,  por qué no lo habría de hacer con Cándido.

jueves, 19 de mayo de 2016

Ninguno nos atrevimos a tocarlo. Lo dejamos ahí  tres días, para las hormigas que, entrándole por los ojos, le anidaron dentro. Después, no se quién, supongo que Isidro  convencería a alguien, Jacinto siempre se presta a estas cosas, y lo llevaran al cementerio, donde lo enterraron con las hormigas dentro.

martes, 17 de mayo de 2016

Por suerte decidió marcharse sólo, de otra manera hubiera seguido cargando con él toda la vida.

Cuando te sacan lo ojos arrastran con ellos, el corazón, los pulmones, el bazo, el páncreas, el hígado, los riñones, sólo te dejan la boca, el esófago, los intestinos, el ano.

martes, 3 de mayo de 2016

Aquí ya dejamos de odiarnos, hace mucho, ya nos acostumbramos a nuestras taras y nos toleramos, con rencores pero nos toleramos.

y estoy que no quiero tener alegrías.

De Silvio Rodríguez, pero me da vueltas en la cabeza.

lunes, 2 de mayo de 2016

Después de la guerra

Después de la guerra un hombre se hizo fuerte, había participado en lado correcto, el vencedor. Vigilaba, durante la noche y el día vigilaba. Una mañana aparecieron cinco hombres alineados y muertos en una cuneta. Esa noche oyó y salió a la calle pistola en mano. Un hombre bajaba cantando, el miedo le templaba la voz, se dejaba ver. Le conocía, el hijo de Cachero regresaba del trabajo. Entró de nuevo en casa, no pudo dormir más. La noche siguiente, el ruido fue mayor, nadie cantaba. Apenas abrió la puerta, siempre pistola en mano, recibió un disparo certero que evitó el segundo. Cuando caía ya tenía la cabeza reventada y la vida se le había escapado antes de llegar al suelo.