Este blog nació en su momento con intención de conformar un cúmulo de ideas, quizás un desahogo, quizás una arquitectura.

Dado su condición no se contestan los comentarios aunque si se agradecen, del mismo modo que se agradece a todos aquellos que siguen de una manera u otra las entradas. Si alguien está interesado en pornerse en contacto conmigo más allá de un comentario puede hacerlo a través de la siguiente direccion de correo electrónico: durangarciapedro@gmail.com



domingo, 31 de julio de 2016

En la calle Logroño, de pie, junto a mi que yazco en suelo, muerto, me hurgo las entrañas. Como todos siempre he sido blando por dentro, creía que caliente, pero soy frío.

Tú quieres dejar de serlo.


El nunca fue nosotros.

Isidro.

Tú lo permites, lo aceptas, las consientes. Eres como ellos. Eres ellos

sábado, 16 de julio de 2016

Viviendo lo que le restaba.

viernes, 15 de julio de 2016

Mírate en el espejo. Si detrás de la barra. Masticando, casi rumiando, tantas faltas que todo hay que masticarlo mil veces, salvo el puré, pero puré a qué te vas a convertir en viejo ahora, aún te faltan, como te faltan las muelas. Sí, mírate. Mírate una y otra vez, aunque no creas que eres tú, que lo eres, mascando, rumiando, pesada, largamente. Tú sí. Niégalo. Niégalo una vez más. No quieres acordarte de tu tío, primero, luego tu padre, luego tu otra tía. Si los tres. Acuérdate. Los tres con la dentadura podrida, al igual que tú. Sí, no te engañes, tienes la dentadura tan podrida como ellos la tuvieron. Lo sabes. No, no eres joven para ello, eres un viejo como lo fueron ellos cuando de una en una, entre insufribles dolores, fueron perdiendo las piezas. Una, sólo una apretando contra la vacía encía superior, mascando, mascando una y otra vez y para siempre hasta que sólo te entren sopas y purés.

lunes, 11 de julio de 2016

No sé qué esperáis

Sagrario tiembla levemente, aún le duelen los golpes.

sábado, 9 de julio de 2016

Estoy otra vez muerto en la calle Logroño, entre Fuertes Acevedo y Regenta. La madrugada ha sido cálido y los insectos no han dejado de perpetrar sobre mis sus cópulas. Si la muerte siempre llama a la nueva vida aunque se disfrazada de larvas blancas y gruesas, mientras las hormigas arman reales.

viernes, 8 de julio de 2016

Sagrario no se ha cogido el pico, no me ha deshecho. Estoy ahí muerto entre moscas, hormiga y grajos. Nadie me aparta, a nadie molesto.

Sigo ahí quieto, indemne a los picotazos.


No me encuentro, no me veo, no me distingo entre los grajos que ya me han arrancado los ojos y buscan mis orificios.

Estoy ahi, en la calle Logroño, muerto, las lombrices se me disputan y las moscas me llenan de huevos blancos y diminutos.

Mierda, mierda y amargura, todo decepción, todo desprecio.

Le dije que se fuera y lo hizo, malencarado, con odio, como siempre, resbalando.
Me dio miedo.

- Le dije que se fuera.
- Le dije que se fuera y tú callas, también quieres matarlo. ya está criado, ya está echado para adelante y es difícil agotarlo. No podéis hacerlo, criatura.
Él era eso. Mierda. Mierda y amargura.
Era nada. Esa nada hastiante, lóbrega, deshecha, un pan hueco, una pared vana, un dolor inútil. ¿Servía? No, no servía. El niño chico también aprendió a recelar de él, de su carácter brusco y su conciencia resabiada que se desencajaba en golpes sin sentido, sin motivo. Lo miraba distante y se veía su rostro en calma y su sonrisa diáfana se le acercaba acobardado. Nunca estaba seguro. Nadie estaba seguro con él. Ella pensaba que era peor que el Doblao y se veía así, día tras días, temerosa recelosa de la noche que ser resolvía en silencio o con golpes, dónde había quedado las palabras de ánimo, dónde los afectos., Era él, su quieto cuerpo molesto, el sufrimiento compartido. obligado, impuesto. ¿Para qué? No fue un error fue un engaño, y luego ese niño, esa frustración y ese continuo quejido que abarrotaba toda la casa, y él levantándose y el llanto más ruidos, más ensordecedor y toda la noche acompasando a la criatura que lloraba sin saber y sin querer saber. Creía que él quería matarlo, supo que le preguntó  a la tía Luciana y que esta le insultó y le echó de cas como se echa a los perros, mientras él seguía ahí queriendo matarle, queriendo tener una noche tranquila, sin ella su lado, sin su cuerpo grueso balnda por el embarazo y sin el tonto, sin su cara vacía.

Se acostumbró a mirarle como se mira a la tierra baldía. Seca sequedad seca.

martes, 5 de julio de 2016

Sagrario

Era los restos de ella.

Sagrario

Quieta y desnuda, sobre la cama, nada más. Quieta y desnudo cuando el niño entró. Los dos se asustaron. El corrió de nuevo fuera de la habitación, ella apresuradamente se al cubrió con una sábana que olía a rancio. ¿Desde cuándo no las cambiaba? Quizás desde que Cándido se marchó. Quizás desde siempre. No importaba, se estaba abandonando. El niño empezó a llorar desde la cocina.

domingo, 3 de julio de 2016

Pessoa

Nos habremos quedado como (para) siempre al margen de nosotros mismos.

Cándido

Y todos los días que recuerdo conmigo me defraudan.

¿Cándido? ¿Sagrario?

Durante toda noche estuvo soñando con su muerte

Plagio, Cándido.

Cuando despertó ella aún estaba allí.

viernes, 1 de julio de 2016

Sagrario a Cándido

Estás, aún estás.

Sagrario a Cándido

¿De qué me sirves?
Cándido la golpeó durante toda la noche. Sagrario amaneció con la cara hinchada de tantos golpes, durante dos semanas no salió de casa y cuando lo hizo aún temía que los otro se dieran cuenta.

Atanasio a Cándido

Ni siquiera puedo entender como te lo permiten.

Atanasio a Cándido

¿Pero tú que haces aún viviendo?