jueves, 19 de mayo de 2016
Ninguno nos atrevimos a tocarlo. Lo dejamos ahí tres días, para las hormigas que, entrándole por los ojos, le anidaron dentro. Después, no se quién, supongo que Isidro convencería a alguien, Jacinto siempre se presta a estas cosas, y lo llevaran al cementerio, donde lo enterraron con las hormigas dentro.
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