Después de la guerra un hombre se hizo fuerte, había participado en lado correcto, el vencedor. Vigilaba, durante la noche y el día vigilaba. Una mañana aparecieron cinco hombres alineados y muertos en una cuneta. Esa noche oyó y salió a la calle pistola en mano. Un hombre bajaba cantando, el miedo le templaba la voz, se dejaba ver. Le conocía, el hijo de Cachero regresaba del trabajo. Entró de nuevo en casa, no pudo dormir más. La noche siguiente, el ruido fue mayor, nadie cantaba. Apenas abrió la puerta, siempre pistola en mano, recibió un disparo certero que evitó el segundo. Cuando caía ya tenía la cabeza reventada y la vida se le había escapado antes de llegar al suelo.
lunes, 2 de mayo de 2016
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Hola Pedro, veo que todavía sigues hilvanando textos. A buen seguro algún día formarán parte de algúna novela o ensayo.
ResponderEliminarSaludos
Buenas noches Isabel, gracias por seguir pendiente, como ves sigo dándole vueltas a las mismas ideas.
Eliminary Tú ¿qué tal?
un saludo Pedro.