Quieta y desnuda, sobre la cama, nada más. Quieta y desnudo cuando el niño entró. Los dos se asustaron. El corrió de nuevo fuera de la habitación, ella apresuradamente se al cubrió con una sábana que olía a rancio. ¿Desde cuándo no las cambiaba? Quizás desde que Cándido se marchó. Quizás desde siempre. No importaba, se estaba abandonando. El niño empezó a llorar desde la cocina.
martes, 5 de julio de 2016
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